1.Antigüedad.
En la mitología griega, antes de la aparición de la filosofía, ya se observa el interés por comprender y describir aquello que caracteriza plenamente al ser humano. Pero el mito no trata de reflexionar y comprender la condición humana, sino de ofrecer un modelo que pueda servir de referente.
En la Ilíada y la Odisea, Homero nos presenta a un ser humano concebido como un héroe capaz de afrontar todo tipo de riesgos y de liderar a los suyos con determinación. El objetivo al que aspira este hombre mitológico es alcanzar el éxito en aquello que emprende y, como consecuencia, provocar la admiración de los demás. El mérito y el reconocimiento son los valores supremos del modelo de ser humano propuesto por el pensamiento homérico.
Cuando la filosofía empieza a interesarse por el ser humano, no trata de ofrecer modelos para imitar, sino que se esfuerza en lograr una comprensión de aquello que caracteriza y define al ser humano: su esencia.
Sócrates, Platón y Aristóteles fueron los primeros en abordar el estudio del ser humano desde esta perspectiva, pero ellos no intentan comprender al ser humano individual, aislado de los demás. Su interés se centra en el ciudadano, en el miembro de la polis, que se pregunta por el papel que debe desempeñar en la sociedad a la que pertenece.
1.1.Sócrates.
Sócrates (470 a.C.- 399 a.C.) fue el primero en centrar su reflexión en el propio ser humano. Antes, los filósofos griegos se habían ocupado de reflexionar sobre la naturaleza en su conjunto, pero para Sócrates, en cambio, el único universo que merece atención es el humano.
Sócrates hace suya la máxima que podía leerse en la entrada del templo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo”. Al conocernos a nosotros mismos, descubrimos lo humano que hay en nuestro interior y, con ello, podemos conocer al ser humano en general. Si el verdadero yo, cuyo conocimiento busca Sócrates, se encuentra en nuestro interior, entonces la esencia humana nada tiene que ver con el cuerpo, sino con el alma, concebida como la personalidad intelectual y moral. El cuerpo no es más que un instrumento del que a veces se vale el alma para realizar su actividad.
El conocimiento del alma humana que propone el filósofo griego no es meramente teórico. No se trata de saber qué es el alma, sino de hacer que alcance su perfección, que consiste en la virtud.
Con el concepto de areté (virtud), los griegos se referían a la actividad que logra la perfección de cada ser. Por ejemplo, la areté de un músico es la que le hace producir e interpretar piezas musicales de forma magistral, y la areté de un caballo es la que lo convierte en un animal elegante, ágil y veloz. En consecuencia, la virtud del alma consiste en conocer el bien y practicarlo, del mismo modo que el vicio se reduce a la ignorancia del bien, que impide ejercerlo.
En resumen, para Sócrates el cuidado del alma que la convierte en virtuosa es la misión que da sentido a la vida humana. Los valores del cuerpo, como la salud, la fama o la belleza, serán buenos si están guiados por el conocimiento del alma. De lo contrario, se convierten en vicios más perjudiciales incluso que sus contrarios.
1.2.Platón.
Para Platón (427 a.C.- 347 a. C.), los seres humanos son un compuesto de alma y cuerpo. El alma tiene naturaleza racional y es inmortal; el cuerpo, en cambio, es material y mortal.
El alma humana vive atrapada en el cuerpo, y su función principal es controlar las pasiones y purificarse. Tras la muerte del cuerpo, el alma asciende a una realidad superior donde se encuentran los modelos perfectos de todos los seres naturales que captamos por los sentidos. El destino de las almas humanas es, por tanto, un mundo perfecto e inmaterial al que llegan tras su estancia temporal en el mundo sensible.
Platón considera que el alma se divide en tres partes; razón, ánimo y apetito.
La razón es la encargada del conocimiento y del gobierno de las otras dos partes. Es inmortal y reside en la cabeza (alma racional).
El ánimo es fuente de pasiones nobles y puede ser el aliado de la razón. Es moral y se localiza en el corazón. (alma irascible)
El apetito es fuente de pasiones innobles, debe ser controlado por la razón y es mortal. Reside en el abdomen (alma concupiscible)
Aun cuando todos los seres humanos poseemos las tres partes del ama, en cada uno predomina una de ellas. Esto es lo que explica una buena organización social, ya que en toda sociedad hay tres necesidades básicas: de gobierno, de defensa y de subsistencia. Los individuos en los que predomina la parte racional deben asumir las tareas de gobierno. Aquello en los que impera el ánimo han de hacerse cargo de la defensa. Por último, aquellos en quienes destaque la parte apetitiva tienen que asumir las tareas de producción de bienes materiales (alimentos, herramientas…)
1.3. Aristóteles.
Para Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), el ser humano es un ser natural y está sometido a cambios dirigidos a la perfección de su naturaleza, que consiste en la plena realización de su esencia.
De acuerdo con este filósofo, las características principales de la esencia humana son dos: la racionalidad y la sociabilidad.
-Como ser racional, el ser humano tiende hacia el conocimiento de la realidad y hacia la contemplación de la verdad.
-Como ser social, necesita convivir con otros seres de su misma especie en una comunidad organizada y estructurada, pues solo viviendo en sociedad se es verdaderamente humano.
Aristóteles aceptó la distinción platónica entre una parte material y otra inmaterial en el ser humano, pero rechazó la posibilidad de que ambas puedan existir por separado.
El alma es para este pensador aquello que da forma a la materia de la que está hecho el cuerpo, que es informe e inerte. De este modo, el alma es concebida como principio vital; es decir, aquello que da vida al cuerpo. Esto tiene dos implicaciones importantes: el alma no es inmortal y todos los seres vivos tienen alma.
El alma para Aristóteles ha de ser mortal, puesto que, sui su función principal consiste en dar vida al cuerpo, la muerte de un ser natural no puede interpretarse más que como la muerte de su alma. El cuerpo nunca estuvo dotado de vida por sí mismo, por tanto, cuando se produce la muerte, lo que sucede es que se extingue aquello que daba vida al cuerpo, es decir, el alma.
Por otra parte, si el alma es principio vital, deberán tener alma todos aquellos seres que estén vivos y no solo el ser humano, a diferencia de lo que habían defendido Sócrates y Platón. Aristóteles asume plenamente esta consecuencia y plantea la distinción de tres tipos de almas:
-El alma vegetativa encargada de la reproducción, crecimiento y reproducción. Es la que poseen las plantas y les proporciona las capacidades vitales de alimentarse del suelo, crecer y reproducirse.
-El alma sensitiva es la encargada de la sensación y el movimiento. Es propia de los animales. Este tipo de alma permite a quien la posee realizar todas las funciones del alma vegetativa, a las que se añaden la capacidad de tener sensaciones y la de desplazarse de un lugar a otro.
-El alma racional se encarga del pensamiento. Es exclusiva del ser humano y le permite realizar todas las funciones anteriores y, además, pensar racionalmente, comunicarse por medio del lenguaje y vivir en sociedad, actividades que solo el ser humano es capaz de realizar.
A partir de su concepción del alma racional, Aristóteles explica cómo logra el ser humano un conocimiento intelectual. Según él, el alma está dotada de dos facultades que llama, respectivamente, intelecto agente e intelecto paciente. El primero actúa como una especie de luz que ilumina a los seres particulares de modo que los desmaterializa, dejando a la vista su esencia inmaterial. El intelecto paciente, por su parte, recibe esas esencias inteligibles y las emplea para construir a partir de ellas un conocimiento universal y riguroso sobre la realidad.
1.4. El helenismo.
Hacia el final de la vida de Aristóteles, Alejandro Magno conquistó toda Grecia y puso fin a las ciudades estado o polis. Los historiadores consideran que este hecho marca la frontera entre dos períodos históricos: el helénico y el helenístico.
Los griegos experimentaron de pronto una profunda desorientación al perder la referencia que les proporcionaba su pertenencia a la polis, una comunidad política con la que se sentían plenamente identificados. Ahora, el emperador que los gobernaba era alguien desconocido e inaccesible, y la comunidad de la que formaban parte era tan grade que no resultaba fácil identificarse con ella. La reacción ante esta nueva situación consistió en volver la vista hacia la vida interior del propio ser humano.
En este contexto, dos escuelas de filosofía ofrecieron una nueva visión del ser humano: el epicureísmo y el estoicismo.
Estoicos y epicúreos rechazaron la distinción platónica y aristotélica entre una parte material y otra inmaterial en el ser humano. El alma, para ellos, es material como el cuerpo. También coincidieron en sostener que su labor como filósofos consistía en ofrecer una guía para alcanzar la felicidad.
Precisamente, de su modo de entender esa felicidad se desprende una concepción del ser humano específica de cada escuela:
-Los epicúreos identificaron la felicidad con el placer. Para lograr esta felicidad, el hombre se basta a sí mismo y, por tanto, debe apartarse de la vida pública.
-Los estoicos consideraron que la felicidad se logra viviendo según la naturaleza, que en el caso del ser humano es esencialmente racional; por tanto, la felicidad consiste en vivir conforme a la razón. Dado que la razón es algo común a todos los seres humanos, para los estoicos la búsqueda de la felicidad nos lleva a implicarnos en la vida pública en una sociedad cosmopolita que integra a toda la humanidad.
2. Edad Media.
El sentimiento de autonomía del individuo fomentado por epicúreos y estoicos duró poco. A lo largo de toda la Edad Media, la idea de Dios se convirtió en clave punto de referencia desde donde intentar comprendernos a nosotros mismos. Para la filosofía, el ser humano fue primero ciudadano; después, por un corto período de tiempo individuo; y, a partir de ahora y durante casi un milenio, hijo de Dios.
2.1.Agustín de Hipona.
El pensamiento filosófico de san Agustín es, en su totalidad, una reflexión sobre el ser humano. En cierto sentido, puede considerarse el precedente más directo de la antropología filosófica actual.
Su propuesta parte de planteamientos similares a los de Sócrates: es necesario comprender al ser humano desde su interioridad, pero con un objetivo distinto que se basa en entender primero la creación para poder, después, acercarse al Creador.
En su obra Confesiones, san Agustín habla de un ser humano desgarrado por el combate interno de una voluntad que, por una parte, se resiste a la fe y desea disfrutar de los placeres mundanos y, por otra, está deseosa de comprender a Dios para poder creer. La filosofía griega es ajena por completo a este conflicto de la propia voluntad provocado por el sentimiento religioso.
En cuanto a la concepción general del ser humano, san Agustín coincide con Platón en que el alma se sirve temporalmente de un cuerpo. Sin embargo, la noción de alma y, sobre todo, la de cuerpo adquieren nuevos significados debido a la influencia de la doctrinade la creación y la resurrección.
El alma es una imagen de la Trinidad divina. Dios es una única naturaleza y tes personas. Del mismo modo, el alma humana es una, pero tiene tres facultades: memoria, entendimiento y voluntad. El cuerpo también es obra de Dios. Además, la inmortalidad que promete la salvación cristiana no es solo la del alma, puesto que para los cristianos Jesucristo resucita también en cuerpo.
2.2.Tomás de Aquino.
En pleno apogeo de la filosofía medieval, santo Tomás de Aquino (1224-1274) regresó a la reflexión exclusivamente teórica en torno al ser humano. Su atención se centró en describir la esencia humana sin abandonar los presupuestos de la filosofía cristiana.
Para este pensador, conocer al ser humano solo es posible desde la comprensión de su relación con el Creador. Dios es el ser cuya esencia coincide con su existencia y, por tanto, es un ser necesario. Las criaturas, incluido el ser humano, participan de la esencia divina, pues la creación es el acto por el que Dios otorga su esencia a todo aquello que crea. Los seres creados no son necesarios, puesto que su existencia es distinta de su esencia; es decir, pueden existir y también no existir: son contingentes.
Dios es el ser simple y perfecto, y las criaturas están situadas por debajo de él. Sin embargo, entre ellas podemos establecer un orden jerárquico, en función de la medida en la que participan de la perfección divina:
-En primer lugar, se hallan los ángeles, que son criaturas incorpóreas.
-Luego, encontramos a los seres humanos, compuestos de cuerpo y alma.
-Finalmente, aparecen todos los seres naturales corpóreos.
El ser humano se ubica en la cúspide jerárquica de las criaturas terrestres, pero por debajo de las criaturas celestes. Es el vínculo que conecta lo celeste con lo terrestre, lo divino y lo mortal.
Según Tomás de Aquino, la naturaleza humana se compone de cuerpo y alma. El cuerpo es material y mortal, y el alma, material e inmortal, y no necesita del cuerpo porque sigue existiendo cuando el cuerpo muere. El alma desempeña las funciones de dar vida al cuerpo, percibir sensaciones y formas ideas a partir de la experiencia sensible.
La composición de cuerpo y alma le sirve a Tomás de Aquino para explicar la existencia de la libertad en el obrar humano. El alma cuenta con dos facultades principales: la inteligencia y la voluntad. Por la primera, aprehende (capta algo por medios del intelecto o de los sentidos) los objetos que la rodean. La segunda persigue el bien. Así, en cuanto el intelecto capta la presencia del bien en un objeto, la voluntad orienta la acción humana para alcanzarlo y hacerlo suyo.
3. La Modernidad.
Durante la Edad Moderna, el ser humano pasó a ser el protagonista absoluto de la reflexión filosófica. La humillación cosmológica provocó una reacción de orgullo en defensa de la dignidad humana: la condición del ser humano no necesita adornarse con glorias o puestos especiales; ella misma vale por lo que es y merece una atención especial.
Al inicio de este período surgió un movimiento intelectual, denominado humanisno, que supuso el paso de una cultura medieval teocéntrica a una moderna antropocéntrica. Este cambio de mentalidad trajo como consecuencia el final del sometimiento del ser humano a una instancia superior, social o divina.
Junto con el humanismo, el otro gran fenómeno cultura que se produjo en la Edad Moderna fue el nacimiento de la ciencia moderna. El impulso que recibió el conocimiento de la realidad influyó de manera decisiva en el pensamiento filosófico del siglo XVII. Los filósofos pusieron todo su empeño en averiguar las causas que habían hecho posible este avance para hacerlo extensivo a otras áreas de conocimiento: surgieron, así, el racionalismo y el empirismo.
3.1. El racionalismo.
El racionalismo y el empirismo son dos escuelas de pensamiento de carácter opuesto que buscan explicar la forma en la que los seres humanos adquieren el conocimiento.
El racionalismo considera la razón como fuente principal y única base del conocimiento humano. Por tanto, para los racionalistas, la clave se encuentra en el correcto uso de la razón.
El reconocimiento de la importancia de la razón llevó al pensador francés René Descartes (1596-1650), uno de los principales representantes del racionalismo, a concebir al ser humano como un compuesto de dos realidades heterogéneas: el alma y el cuerpo. Esta distinción no era nueva, pero la radicalidad con la que este filósofo francés la planteó sí lo fue.
El ser humano individual no es una sustancia única, sino un compuesto de dos sustancias completamente distintas. El cuerpo es una máquina sometida a leyes mecánicas que determinan todas sus acciones. El alma es pensamiento, que se despliega de forma autónoma e independiente.
La distinción radical entre cuerpo y alma sirvió a Descartes para solucionar un problema, pero, al mismo tiempo, generó otro nuevo:
-El problema resuelto. Le permitió ofrecer una explicación de la existencia de la libertad humana, al tiempo que mantenía el carácter determinista del mundo material exigido por la nueva ciencia. De acuerdo con la física moderna, la materia está sometida a leyes que hacen posible que puedan predecirse acontecimientos futuros sin margen de error.
Sin embargo, los seres humanos somos conscientes de la libertad de nuestra voluntad en la toma de decisiones (libre albedrío). Por consiguiente, concluye el pensador francés, el único modo de explicar esta dualidad entre cuerpo y alma es admitiendo la existencia de dos ámbitos claramente diferenciados: uno de carácter material y otro de índole espiritual.
-El problema planteado. A partir de ahí surge la necesidad de buscar una explicación acerca de cómo se comunican el alma y el cuerpo. Por ejemplo, cuando pensamos mover el brazo derecho, este se mueve. ¿Cómo es posible que un pensamiento del alma acabe produciendo efectos en el cuerpo? ¿Cómo y dónde se produce la conexión entre cuerpo y alma? Descartes no tiene una respuesta adecuada para estas preguntas.
3.2.El empirismo.
El empirismo, al contrario que el racionalismo, considera que el conocimiento proviene únicamente de la experiencia. Los empiristas rehuyeron dar una respuesta a la pregunta teórica sobre la esencia del ser humano. En su lugar, trataron de resolver el problema práctico de determinar las posibilidades y los límites del conocimiento de la realidad y de la acción moral y política.
Los principales representantes del empirismo de los siglos XVII y XVIII fueron J. Locke y D. Hume.
Locke (1632-1704), al igual que Descartes, estuvo interesado en particular en el problema de la libertad humana, pero su enfoque fue completamente diferente. El filósofo inglés se interesó por las condiciones en las que se desarrollan la libertad moral y la libertad política, y no por el problema metafísico de la existencia del libre albedrío:
*En términos morales, el ser humano es libre y puede decidir cumplir sus deseos o contenerlos tras examinar las consecuencias negativas que, en determinadas circunstancias, puede acarrear darles cumplimiento.
*En términos políticos, Locke defiende la necesidad de que el individuo no renuncie a la libertad que le corresponde por naturaleza. La única parcela de libertad que debe ser cedida a la sociedad es la que se corresponde con la capacidad de defender los propios derechos cuando son violados. Para evitar los enfrentamientos violentos, la sociedad debe dirimir los conflictos y defender los derechos de sus ciudadanos.
Hume (1711-1776) persiguió un objetivo diferente del que había guiado a Locke. Su empeño consistió en elaborar una ciencia sobre la naturaleza humana, del mismo modo que Newton había edificado la ciencia sobre la naturaleza en general. La idea básica es aplicar al conocimiento del ser humano el mismo método experimental que tan buenos resultados había dado cuando se usó para el conocimiento de la naturaleza en su conjunto.
Hume llegó a la conclusión de que en el ser humano tienen mayor importancia los elementos irracionales que los racionales. Esto se pone de manifiesto tanto en el ámbito del conocimiento como en el de la acción:
*Ámbito del conocimiento. Aunque la razón desempeña un papel fundamental, Hume sostuvo que los fundamentos últimos del conocimiento humano se encuentran en la creencia de que la naturaleza se comporta de manera uniforme. Esta creencia carece de base racional, pues no hay argumentos que la respalden más allá de la costumbre de ver repetirse un mismo fenómeno natural del mismo modo.
*Ámbito de la acción. Está condicionado por los sentimientos y las emociones que nos empujan a actuar de un modo determinado y a valorar las acciones de los demás. Los juicios morales surgen del agrado o desagrado que nos produce algún hecho y son los que orientan la acción. El fundamento de nuestras valoraciones morales no reside en la razón ni en los hechos, sino en las emociones.
3.3. La Ilustración.
La Edad Moderna culminó con la Ilustración. Los ilustrados no solo pretendían conocer la auténtica esencia humana, sino también elevar su autonomía, su autoestima y su nivel cultural para mejorar las condiciones de vida de los seres humanos. El pensamiento ilustrado se caracteriza por los siguientes rasgos:
-Confianza en la razón humana. Los males que aquejan a la humanidad tienen su origen en un uso insuficiente de la razón. Según Kant, la mayoría de los seres humanos renuncia a usar su razón por pereza o cobardía. Esto permite que aquellos que sí la emplean se aprovechen de su situación de ventaja. Si se revierte esta situación y se promueve el uso libre de la razón, se acabará con esa desigualdad y todos se beneficiarían de un mayor y más rápido desarrollo.
- Existencia de derechos humanos universales. Los ilustrados defendieron la existencia de una legalidad que tiene su origen en la naturaleza y que dota a los seres humanos de unos derechos básicos que nos hacen a todos iguales.
-Importancia de la educación. Es necesario realizar una labor pedagógica que permita a los seres humanos usar la razón sin temor. El fruto más conocido de esa tarea fue la Enciclopedia, publicada por Diderot y D´Alembert entre 1751 y 1772.
4. La Edad Contemporánea.
En los siglos XIX y XX, el debate filosófico en torno al ser humano presentó una gran variedad de posturas y enfoques.
Durante el siglo XIX, se produjo un cambio significativo en la perspectiva desde la que se abordó el estudio del ser humano. Mientras que, en la Edad Moderna, la reflexión antropológica giraba alrededor del ser humano individual, a partir del siglo XIX comenzó a concebirse al ser humano como miembro de un colectivo, principalmente la sociedad, pero también la humanidad en su conjunto a los seres vivos en general.
4.1. Siglo XIX.
En este siglo, el interés por el ser humano presentó dos rasgos característicos:
-Se inició el cultivo de las ciencias humanas, como la psicología, la sociología, la antropología….
Fue en este período cuando las disciplinas anteriormente citas iniciaron su andadura como disciplinas científicas propias y diferenciadas de las ciencias de la naturaleza. Comenzó entonces un debate sobre cuál debía ser el método de investigación adecuado para ellas: ¿debían ser el método de las ciencias naturales? Es la postura del positivismo. ¿Debían usar un método distinto? Es la posición del historicismo.
-Se pugnó por anticipar el futuro de la humanidad señalando la dirección en las que se debía avanzar para lograr el ansiado progreso que los autores ilustrados habían vislumbrado en el siglo anterior.
Algunos pensadores de este período son:
4.1.1.A. Comte
Para Comte (1798-1857), considerado el fundador del positivismo, la clave del progreso reside en la utilización del conocimiento científico a fin de lograr el dominio de la naturaleza en beneficio del ser humano. El procedimiento para alcanzar este objetivo exige adoptar dos líneas de actuación:
*Extender la racionalidad científica a ámbitos del saber a los que aún no llegaba (a principios del siglo XIX no existían algunas ciencias hoy consolidadas, como la biología o la sociología).
*Establecer una alianza entre ciencia y técnica, de modo que el progreso científico conduzca al progreso económico y que este redunda en progreso social.
Según Comte, para que esta lógica de progreso resulte imparable, es imprescindible que el gobierno de la sociedad quede en manos de los científicos, que son los que poseen los conocimientos relevantes para el progreso de la sociedad del futuro.
4.1.2. Stuart Mill.
J. Stuart Mill (1806-1873) fue un destacado representante de dos corrientes filosóficas típicamente británicas, vinculadas entre sí:
*El liberalismo, que defendía la no intervención del Estado en la economía, al confiar el desarrollo económico a la iniciativa privada. Según esta doctrina económica, su se deja libertad a los emprendedores para que pongan en marcha sus iniciativas empresariales, se favorecerá el éxito de las empresas y se mejorará la economía del país, de modo que toda la sociedad se beneficiará del crecimiento económico.
*El utilitarismo, en estrecha relación con el liberalismo, es una teoría sobre la moral que considera que la finalidad de toda acción individual es provocar el mayor beneficio posible al mayor número de personas. Por tanto, las acciones individuales deben estar orientadas a promover el bienestar social. El progreso de la humanidad está garantizado con una organización económica y moral estratégicamente diseñada para promover el bien común.
John Stuart Mill defendió, junto a su mujer, Harriet Taylor Mill, una sociedad menos clasista y más igualitaria.
Esta filósofa inglesa (1807-1858) fue una de las primeras defensoras de la corriente historicista, ya que opinaba que la realidad era producto del devenir histórico. Publicó algunos artículos y defendió la educación de las mujeres como el camino a la emancipación y defendía el derecho de votar y a ser elegidas, así como de acceder al mercado laboral en condiciones de igualdad con los varones
4.1.3. Marx.
Marx (1818-1883) fue el padre de la corriente marxista. Para Marx, lo que caracteriza al ser humano es su actividad productiva, ya que no se limita a habitar el lugar en el que vive, sino que lo transforma para adaptarlo a sus necesidades. Esa adaptación requiere una seri de actividades productivas complejas, por lo que la vida humana tiene que desarrollarse en un entorno social. El problema radica en que, a lo largo de la historia, para organizar la producción, los seres humanos han dividido la sociedad en clases sociales. Cada clase social ha desarrollado sus propios intereses y se ha enfrentado a otra rival. La historia de la humanidad es, así, una historia de lucha de clases.
Según Marx, el progreso de la humanidad únicamente puede lograrse con una sociedad sin clases en la que se distribuya el trabajo según las capacidades individuales y se proporcione a cada uno los medios para vivir según sus necesidades.
4.1.4. Nietzsche.
Nietzsche (1844-1900) pertenece a la corriente filosófica del vitalismo: la vida es el valor único y fundamental desde el que apreciar todo lo relacionado con el ser humano. Este planteamiento lo lleva a criticar con dureza la cultura occidental desde sus orígenes, al haberse cimentado sobre el odio y el resentimiento contra la vida. La filosofía platónica y el cristianismo se construyeron sobre la idea de una supuesta realidad más allá de la vida que, a juicio de Nietzsche, es una ficción fruto de una voluntad débil, incapaz de amar la vida.
El progreso es posible solo desde la ruptura radical con una forma de valorar que desprecia la vida. Pero no cabe esperar que quien ha sostenido durante siglos este fraude sea capaz de romper con su tradición y transformar sus valores. Nietzsche espera la llegada de un nuevo tipo de ser humano, un superhombre que ame la vida sin medida y, movido por la voluntad de poder, se atreva a construir valores nuevos.
4.2. El siglo XX.
La concepción del ser humano vigente desde la Ilustración descansaba en dos pilares: su esencia racional y la idea de progreso. Nietzsche y Freud se encargaron de socavar el primer pilar al llamar la atención sobre la mayor importancia de lo irracional con respecto a lo racional. El segundo pilar se derrumbó de forma dramática a principios del siglo XX, cuando una serie de hechos históricos evidenció que el ser humano era incapaz de asegurar el progreso del mundo que él mismo había creado:
*El desarrollo tecnológico se convirtió en una trampa, ya que las máquinas que se inventaron para servir al ser humano acabaron poniéndolo a su servicio.
*El desarrollo económico que permitió abastecer a toda la población de los bienes necesario desembocó en una gran crisis que generó pobreza y exclusión social.
*El desarrollo político y las alianzas internacionales provocaron dos grandes guerras mundiales de consecuencias devastadoras.
El resultado fue una crisis de identidad sin precedentes. En este contexto, las tres principales corrientes filosóficas que intentaron dar respuesta a la pregunta sobre el ser humano fueron el existencialismo, el estructuralismo y el personalismo.
4.2.1.El existencialismo.
Concibe al ser humano como libertad pura, lo que lo convierte en alguien que existe, pero carece de esencia. El ser humano define su esencia a través de los actos de su existencia. Por otro lado, el existencialismo es una corriente que defiende el ateísmo; en consecuencia, rechaza la trascendencia, así como cualquier código moral o proyecto de vida que se proponga como referencia que oriente la acción. La libertad humana es completa amplitud de posibilidades, puesto que no hay ninguna finalidad preestablecida ni tampoco un marco de referencia externo que oriente su ejercicio.
Vista así, la libertad ya no parece un regalo y se convierte en una condena. El ser humano está condenado a ser libre, no puede renunciar a la tarea de hacerse a sí mismo. Pero, al mismo tiempo, hacerse a sí mismo significa dotarse de una esencia, objetivarse, volverse un objeto. El problema es que el sujeto es siempre sujeto y no puede convertirse a sí mismo en un objeto. Por tanto, la tarea de ejercer la libertad carece de sentido. Esta falta de sentido de la existencia provoca angustia. Jean-Paul Sartre, el pensador más destacado del existencialismo, describió esta angustia como una sensación de náusea que se experimenta al sentirse flotando en medio de la nada atado a la responsabilidad de tener que elegir a pesar de la futilidad de toda elección.
4.2.2. El estructuralismo
Se centra en la comprensión del ser humano a través del análisis de la cultura. Entre sus representantes destacan Claude Lévi-Strauss (1908-2009), Jacques Lacan (1901-1981) y Louis Althusser (1918-1990). El estructuralismo parte del estudio del universo simbólico en el que habita el ser humano para construir una teoría opuesta al existencialismo y su reivindicación de la libertad. Según dicha teoría, existen estructuras profundas e inconscientes que son determinantes en la elaboración de los sistemas simbólicos que forman cualquier cultura. Estas estructuras explican la similitud que existe entre diferentes culturas, por muy distantes que se encuentren entre sí.
Los estructuralistas buscan rasgos comunes en los distintos idiomas, religiones, manifestaciones artísticas o formas de parentesco de grupos humanos que nunca han entrado en contacto. Para ellos, estas coincidencias constituyen una prueba de que la construcción de esos símbolos y de las leyes que los regulan no son fruto de la libre iniciativa de los individuos, sino que conforman distintas manifestaciones de una misma estructura que se repite y permanece inalterable en cada sociedad humana.
De esta manera, se diluye y desaparece el individuo que es dueño de su libertad y su destino. Para los defensores del estructuralismo, el ser humano tal como lo describen los existencialistas no es más que una ficción. Ahora, el protagonismo en la explicación de la realidad humana lo tienen esas estructuras inconscientes y omnipresentes que acaban generando la realidad social y cultural en la que se insertan los individuos.
Las conductas individuales no son fruto de decisiones libres, sino que se ajustan a unos patrones establecidos por esas mismas estructuras inconscientes.
4.2.3. El personalismo.
Corriente filosófica liderada por el pensador francés Emmanuel Mounier (1905-1950), el personalismos e vertebra en torno al concepto de persona. Se opone tanto al individualismo subjetivo del existencialismo como a la disolución del individuo que defiende el estructuralismo. Los personalistas acusan al individualismo, ideología dominante en la sociedad burguesa occidental, de ser responsable de la crisis que vive la humanidad y al estructuralismo, de conducir al ser humano hacia la inoperancia y la resignación.
Mounier distingue tres dimensiones de la persona y propone tres ejercicios para que la humanidad logre vigorizarse y pueda así, afrontar la situación histórica de crisis en la que se ha visto sumida desde principios del siglo XX:
1.Encarnación: la persona se vincula a un cuerpo. El ejercicio es el compromiso: adhesión a su obra, aceptando su propia encarnación.
2.Vocación: la persona se orienta hacia la trascendencia. El ejercicio es la meditación: la búsqueda de la propia vocación.
3.Comunión: la persona se une a otras personas. El ejercicio es la reunión, la entrega de sí mismo a la vida y a los demás.
(Francisco Río Pedraza. Filosofía. 1Bachillerato. Editorial Oxford. Madrid. 2022)